—¿Aliado? —pregunté.
—Si, si queremos derrotar a Fray, necesitamos mucha ayuda. Voy a recibir a nuestro invitado, te espero en la sala. Por favor tomate el té.
Epona salió de la habitación deprisa.
—Esto no me gusta para nada—Habló Eetes—. Tú estás a salvo aquí, lo que pase al otro lado del mundo ya no es tu problema.
Eetes, tenía razón. El castillo y al destajo eran mi problema y ahora mis prioridades eran otras, pero si no hacía nada, era aceptar a Fray y su reino, no quería permanecer escondida por las siguientes décadas.
—Tengo que hacer esto por Edon y también por mi hijo.
Agarré la taza de té y la tomé de un solo trago. De inmediato pude sentir como la bercial perdida durante el parto, regresaba a mi cuerpo. Epona era muy buena con esto.
Le pedí a mi hermano que vigilara a Convel, mientras conocía a nuestro nuevo aliado.
Salí de la habitación y me dirigí a la sala. Antes de llegar me detuve.
—Ella estará aquí en un momento —habló Epona.
—No entiendo como dejé convencer por ti