El doctor Katzenbach se indignó por la desconfianza de su jefe. Él no tenía la culpa de que Knut cambiara de opinión y quisiera tener otro hijo. ¡Él no era adivino!
Knut y Astrid ignoraron el enfado y la frustración del doctor, y se marcharon del consultorio rápidamente.
Knut esperaba el ascensor con nerviosismo, protegiendo a Astrid de cualquier posible tropiezo. En su mente, ya había decidido que le asignaría dos a tres guardaespaldas más a Astrid cuando saliera a la calle. Solo así estaría tranquilo.
Un estruendo lo sacó de sus pensamientos. Se giró y vio a dos personas forcejeando a poca distancia, rodeadas de varias enfermeras y médicos que intentaban calmarlos.
Astrid también miró y reconoció con sorpresa a Marietta, que lloraba desesperada mientras tiraba de la persona que la acompañaba. No entendía por qué estaba tan angustiada.
Tardó unos segundos en darse cuenta de que la persona junto a Marietta era Wilson Jones.
Wilson estaba demacrado y pálido, con unas ojeras profundas q