La ofensiva del Grupo López contra Empresa Ramos llegó rápida e implacable.
Manuel no quiso entregar la empresa por la que había sudado toda su vida. Pasó noches en vela intentando resistir, pero no pudo contra el golpe de Dylan.
Para peor, en medio del incendio financiero, le avisaron que su esposa y su hija estaban desaparecidas.
Entonces Manuel entendió la gravedad. Dejó de fingir fuerza.
—Firmo —irrumpió en la oficina de Dylan—. ¿Dónde está la cesión de acciones? ¡La firmo ahora!
Dylan respondió con voz fría:
—Empresa Ramos pronto será una cáscara vacía. Esa cesión ya no tiene sentido.
En ese instante, a Manuel se le vino la noche.
Salió tambaleando a buscar a las suyas. Le informaron que ambas ya no estaban en México.
Con miedo en la voz, uno de sus hombres le dijo que Mía había estado encerrada en un anexo abandonado por tres días; cuando por fin abrieron la puerta, la sangre en el piso estaba seca y el embarazo se había perdido. Respiraba apenas.
De Clara, contaron que la hallar