Capítulo 99
Esperó reconocer a la persona, sin embargo, se trataba de un desconocido.

Era un tipo alto, al menos un metro ochenta y cinco, de complexión fornida; su mirada y su comportamiento resultaban erráticos, casi como si estuviera fuera de sí.

—¡Esposa, esposa! ¡Ven a mis brazos para dormir juntitos! —gritó, lanzándose contra Daisy.

Daisy reaccionó de inmediato y le tiró una patada. Para su sorpresa, él la esquivó con agilidad. ¿Un supuesto "loco" que podía moverse así?

—Je… —masculló Daisy, con un deje de frialdad en la voz. Y antes de que él volviera a atacarla, soltó—: ¿Quién te mandó?

—¿E-esposa? No sé de qué hablas… yo solo tengo sueño, ¡quiero dormir! —fingió él, con un tono fingidamente atontado.

—¿No vas a hablar, cierto? —Daisy, sin perder más tiempo, sacó una aguja plateada de su cintura y la lanzó contra el entrecejo del hombre.

«¡Pum!»

En apenas un segundo, el intruso se desplomó en el piso, sin fuerzas para levantarse. Daisy se bajó de la cama y, pisándole el pecho, repitió con
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