La respuesta de Lion no fue solo una afirmación; fue un terremoto que sacudió los cimientos de la realidad de Olivia. La firmeza en su voz, la intensidad abrasadora de su mirada, que parecía decir "El mundo es tuyo si te atreves a tomarlo", hicieron que el corazón de Olivia galopara de una forma que no era solo por la rabia o la ambición. Una oleada de calor, ajena a la furia de momentos antes, le subió por el cuello hasta teñir sus mejillas de un rojo escarlata. El aire en el Bentley se cargó de repente con una electricidad diferente, densa y anticipatoria.
Esa mirada de Lion, la que desarmaba ejércitos y sellaba destinos, ahora estaba centrada solo en ella, y no hablaba de conglomerados o venganzas, sino de algo mucho más primario, más inmediato. Olivia intuyó el cambio en el ambiente, el peligroso giro que estaba tomando la conversación. Con un instinto de autoconservación, intentó retroceder, de volver a la seguridad de su propio asiento, de poner algo de distancia entre la fogosa