237: La Cadena Herida

La advertencia de la Dra. Vance resonó como el tañido de una campana de cristal en el silencio de su nueva normalidad. «Los que vienen por la Cadena.» Samuel dedicó semanas a rastrear el origen de ese concepto en los archivos, más allá de la anotación de Alistair. Encontró referencias dispersas: «La Cadena de Plata», «Los Eslabones», «Los Vigilantes del Primer Diseño». Parecía una sociedad de custodia anterior, quizás los originales constructores de la Cripta. Pero ninguna lista de miembros, ninguna ubicación. Solo el eco de una estructura que, según Alistair, se había vuelto dogmática y estéril.

La paz, por tanto, fue una vigilancia tensa. Hasta que llegó el sobre.

No por mensajero, ni por correo ordinario. Lo encontró Gabriel, una mañana de niebla espesa, pegado con cera negra a la puerta principal de madera de la Fundación. No tenía dirección. Solo un símbolo grabado en la cera: un eslabón de cadena roto.

Dentro, en papel pergamino de mala calidad, un mensaje en inglés, con una cal
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