(Narración en tercera persona)
El cielo gris parecía una sábana húmeda tendida sobre los edificios. Las gotas golpeaban el pavimento con ritmo constante, como si la ciudad tuviera su propio latido.
—A mí no me disgustan en lo absoluto los días lluviosos. Cada charco para mí es un espejo roto que me devuelve imágenes distorsionadas de faroles, ramas, y de mí misma. —Explicó ella.
—Creo que es la primera vez que oigo a alguien hablar así de un día lluvioso. —Comentó Lion encogiéndose de hombros levemente.
—Recuerdo cuando Beatriz llegó por primera vez a mi casa, siempre sonriente, siempre perfecta. Era la niña que llegó sin pedir permiso y se quedó con todo, rápidamente se ganó el cariño y la atención de mis padres. —Relató mirándolo a los ojos. —Recuerdo que una vez, cuando yo me demoró un poco al salir de la escuela, mis padres simplemente se olvidaron de recogerme porque Beatriz tenía clases de dance y estaba lloviendo a cántaros. Yo simplemente regresé a casa caminando, pero fue esa