Capítulo 447
Después de hablar con Cintia, Gabriela no había vuelto a revisar el teléfono.

Creyó guardarlo en el bolso antes de bajar del coche y ni siquiera se percató de que lo había dejado atrás. Apresuradamente se acercó a recogerlo.

Cristóbal, al entregárselo, le habló en voz baja con suma delicadeza:

—Pregúntales a tus amigos qué quieren comer al mediodía; puedo encargarme de reservar un restaurante.

—No hace falta. Marcela ya lo tiene resuelto. Puedes ir tranquilo —respondió Gabriela en voz baja.

En efecto, ella le había dicho a Cristóbal que no la esperara, pues tenía otros pendientes.

—¡Oye, guapo! —exclamó Marcela, siempre rápida para percibir cualquier detalle.

Cristóbal levantó la mirada.

—¿Qué tal?

—¿Tú eres el amigo que le compró los postres a Gaby, cierto? —preguntó ella, acercándose para observarlo de cerca—. ¡Vaya, sí que eres apuesto! Ya que estás aquí, ¿por qué no te quedas a comer con nosotras? ¡Tú nos regalaste los postres, nosotras te invitamos a almorzar!

—No, no —intervino G
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