—Señor, si quiere, yo puedo encargarme. —Al ver la escena, se ofreció Kian con voz conciliadora.
Álvaro, visiblemente irritado, asintió con un gruñido y salió con pasos firmes.
—¡Álvaro! ¡Nadie te ama más que yo en este mundo! ¡Gabriela ni siquiera te quiere! ¡Te arrepentirás de tratarme así! ¡Te vas a arrepentir! —gritó Noelia, sumida en llanto desconsolado.
Kian, con un suspiro, cerró la puerta.
—¡Desalmado! ¡Desagradecido! —sollozó Noelia con rabia.
Kian no pudo contener un murmullo entre resignado y compasivo:
—Señorita Noelia, ¿por qué rebajarte de este modo?
—Kian, cuando Gabriela quedó embarazada, Álvaro no la vio nunca, ¿verdad? ¡Es evidente que no la vio! —Noelia se resistía a aceptar la posibilidad de que el bebé de Gabriela fuera de Álvaro.
Para ella, cualquiera menos Gabriela. No podía permitirse «perder» frente a esa mujer.
Kian reaccionó de inmediato:
—Sí se vieron.
Noelia se quedó atónita, olvidándose incluso de llorar:
—¿Cuándo sucedió? ¡Yo jamás me enteré!
—Fue para ev