Y ahí está de nuevo, el mafioso frío y terrorífico que conozco. El hombre que temen todos solo de escuchar su nombre, y mi corazón se salta un latido del susto de verlo así.
—Ahora entiendo por qué no le metiste un tiro en la cabeza a Lili, era tu amante y ahora tu esposa —dice serio, dejando de reír el Capo Mayor. —¡¿Qué?! ¿Un tiro dijo, abuelo? ¿En mi cabeza? —Más que preguntar, balbuceo las preguntas. Al escuchar eso que acaba de decir el abuelo, comprendo el enorme peligro en que me metí por mis impulsividades. El que me mandó ese mensaje, de seguro pensó que el señor Minetti iba a hacer eso mismo: meterme un tiro en la cabeza. ¿Quién será que me quiere muerta? —Amante no, abuelo, novia, ¡novia abuelo! Yo no soy amante de nadie, de nadie, ni nunca lo se