Afuera del edificio
Cuando Olivia bajó las escaleras del edificio de la Unidad de Delitos Mayores, disfrutaba de un breve momento de tranquilidad. Sin embargo, apenas había dado unos pasos cuando un Hummer negro y reluciente se detuvo bruscamente a su lado.
La puerta se abrió de repente. Antes de que Olivia pudiera reaccionar o ver quién era, una mano firme la empujó hacia el asiento trasero del vehículo.
Olivia fue obligada a subir al coche. En medio de su sorpresa inicial, sus instintos le pedían retroceder y atacar, pero la otra parte fue más rápida.
Su brazo quedó inmovilizado, bloqueado firmemente por una mano masculina, grande y firme. Un aliento cálido y abrasador rozó su oído, enviando un escalofrío involuntario por su columna. Justo entonces, sintió la breve presión de unos labios contra su piel.
—¡Suéltame!— espetó Olivia, con una mezcla de furia y asombro. —¿Qué clase de hombre patético eres para recurrir al secuestro?—
Cuanto más intentaba liberarse, más fuerte era el agar