Su madre huyó con ella al pueblo y adoptó diferentes identidades. En su lecho de muerte, había dado instrucciones de que el pasado debía ser enterrado y era suficiente para que Olivia viviera el resto de su vida sana y salva.
Sin embargo, ella no podía pretender ser ignorante.
Olivia estaba perdida en sus pensamientos. Estaba tan absorta que no escuchó pasos acercándose a su cama.
No fue hasta que sintió a alguien a su lado en el colchón que Olivia se dio cuenta de que alguien había entrado en su dormitorio.
Cuando se dio la vuelta, su nariz se frotó contra la nariz del hombre a su lado. Max la miró con ojos que parecían decir mucho.
Sus labios estaban entreabiertos y bastante impacientes mientras su cálido aliento rozaba su rostro.
Los latidos del corazón de Olivia aumentaron incontrolablemente mientras se sonrojaba profundamente.
Max observó su delicado rostro, sabiendo que se sentía incómoda pero no pudo evitar burlarse de ella.
Con mesurada deliberación, rozó la punta de su nariz