—Esto es para Livi. —Max entrecerró los ojos a su hijo. —Solo he hecho un plato de ravioles. Solo son suficientes para ella.
—¿Es así?— Cuando Tomas escuchó que la comida era para Olivia, dejó de protestar.
Max se lavó las manos y palmeó la cabeza de Tomas. —Si ella no puede terminarlos. Te daré un poco.
Si la comida no fuera para Olivia, Tomas se habría puesto furioso. Sin embargo, en la situación actual, solo podía resoplar indignado. —Papá, ¿eres pobre? El pastel en forma de corazón que nos diste esta tarde era demasiado pequeño. No bastaba con compartir entre unos pocos. Ahora, solo hiciste un plato de ravioles. ¡Deberías hacer más de ellos en el futuro!—
Max se puso furioso al instante cuando escuchó a Tomas.
Agarró un puñado de harina y lo untó en las mejillas regordetas de Tomas.
—Papá, mi cara…— protestó Tomas.
—¡Contrólate!— Max sonrió e ignoró a Tomas, que luchaba por limpiarse la cara. —Sigo siendo tu padre—.
Max había pasado casi tres horas cocinando sopa de champiñones y