Capítulo 16— Recuerdos y Orgullo
El comedor privado del hotel estaba casi vacío a esa hora. Solo algunas luces tenues iluminaban las mesas preparadas para la cena. El murmullo lejano del lobby llegaba apagado, como un eco que no podía colarse en ese espacio reservado para la dueña.
Victoria entró con paso firme, los tacones resonando sobre el mármol, aunque por dentro todavía llevaba la furia de la mañana atravesada en el pecho. El encuentro con Fabián en la entrada la había dejado con un sabor amargo: no por sus palabras, sino porque otra vez había sentido las miradas del mundo clavadas en ella, esperando verla caer.
Se sentó en la cabecera de la mesa larga. No tenía hambre, pero sabía que debía mostrar control, incluso en los detalles más mínimos. Mientras acomodaba los papeles que había traído de su oficina, un mesero golpeó suavemente la puerta y entró con una bandeja.
—Con permiso, señora Montaldo. Le traigo su café y un capuchino doble, como siempre pide por la tarde.
Victor