Capítulo 15— Escena en la entrada
El motor del auto se apagó frente al Hotel Montaldo. El murmullo de la fuente en la entrada parecía ajeno a la tensión que aguardaba. Samuel, al volante, giró la cabeza hacia Victoria. Ella, como siempre, mantenía el gesto altivo: labios rojos recién retocados, ojos fríos y listos para la batalla. Su sola presencia imponía respeto, pero Samuel notó algo más: la rigidez en su mandíbula, ese detalle mínimo que revelaba que también sentía la presión.
Él siguió su mirada y lo entendió todo. Aparcado justo al frente, con la insolencia de quien se creía aún con derecho, estaba el auto negro de Fabián Segovia. Y, junto a él, impecable con su traje gris, su primo Ricardo.
—Vaya… —murmuró Samuel, ajustando el freno de mano—. Seguro te están esperando.
Victoria apretó los labios, el acero en su voz se hizo evidente.
—Ellos ya no tienen lugar en mi hotel.
Samuel no dudó. Extendió la mano para ayudarla a bajar. El gesto fue natural, firme, demasiado real par