Capítulo 27. Presos de su propia historia
Catalina se acercó con el porte de siempre, impecable hasta en un campamento escolar. Sus labios pintados dibujaban una sonrisa, pero Verónica le tenía tanta confianza como a una víbora venenosa.
—Catalina, te presento a mi novia, Verónica Machado —dijo Andrés con familiaridad, obviamente se llevaban bien.
Catalina entrelazó el brazo de Mauricio, Andrés sin la misma intención calculadora había hecho lo mismo con Verónica, aunque su único plan era presentarla.
Pero por un segundo la mirada de Verónica y Mauricio se cruzó.
Presos de su propia historia, enfrentando sus propias decisiones.
—Ya nos conocemos —dijo Verónica—. ¿Cómo estás Catalina? ¿Y tú familia?
—Solo estoy con mis hijos. Su padre no pudo venir. También es abogado... Ya sabes, el trabajo primero. Pero me alegra haber venido —se dirigió a Mauricio—. ¿Por qué no me comentaste que tu hijo estudiaba en el Colegio Santo Domingo?
La familiaridad de Catalina heló la sangre a Verónica. La burla en sus palabr