Me senté en el borde de la cama y observé cómo lentamente Kat se desnudaba. Comenzó sacándose mi suéter de algodón, dejando al descubierto sus pechos llenos y su hermosa pancita. Luego se quitó los pantalones de pijama, quedando con una sexy panty de encaje blanco.
— Esto es una mala idea — le dije.
Kat se acercó a mí y se subió a mi regazo.
— ¿Según quién? — preguntó.
Metió sus dedos en mi cabello y me atrajo hacia ella.
— Te necesito tanto — me dijo.
Rozó sus labios ligeramente con los míos de una manera tentadora. Yo agarré su cintura con fuerza.
— Hazme el amor, por favor — me pidió.
Ella me ayudó a quitarme el suéter y lo dejó caer al piso, luego pasó sus manos por mi pecho, deteniéndose en mis pectorales y apretándolos.
— Te amo, Kat — le dije.
Ella me besó con hambre, devorando mi boca como si solo existiera el hoy. Yo le respondí el beso con la misma pasión, pegándola más a mi cuerpo. Kat se separó de mí, pegó su frente en la mía y me miró a los ojos.
— Te juro que no volveré