En los días siguientes, otros dos patrocinadores se fueron, Jona no sabía qué hacer, se veía tan estresado, y Hayden, aunque me sonreía y decía que todo estaba bien, se podía notar lo impotente que estaba con todo lo que estaba pasando.
— ¿Y si lo dejamos? — le pregunté una noche en la que él me contaba que iba a vender su apartamento.
— ¿Estás loca? Esto solo es una fase, pronto saldremos de esto — me dijo con una sonrisa.
— Es que por mí está pasando todo esto, y no quiero que me odies — le dije.
Hayden se acercó a mí y me abrazó con fuerza.
— Solo necesito tu apoyo. Sé mi faro, Kat, y te prometo que llegaré a la meta — me dijo.
Me separé y lo miré a los ojos.
— Solo quiero que seas feliz. Yo... te amo, y no aguantaría verte infeliz — le dije.
Hayden me volvió a abrazar y besó repetidamente mi cabeza.
— Tonta, jamás te odiaría. Eres el amor de mi vida, así que saca esas locas ideas de tu cabeza — me dijo.
Lo abracé de vuelta, sintiéndome como una inútil. Si tan solo pudiera hacer al