Inferno.
«Amor me fecit
captivum in inferno»
“El amor me hizo prisionero en el infierno” Alan recordó esa frase que solía leer de estudiante, en alguno de esos libros polvorientos de la biblioteca de la escuela, aunque nunca pensó que sería aplicada a él. Siempre había creído que su muerte sería tan aburrida como su vida, aunque, estar en el infierno y morir por la única persona que le dio algo de brillo a su mundo; no parecía tan aterrador...
El problema era que morir allí no significaría nada para Anya, ella seguiría sufriendo en manos del abusivo de su esposo y esa era una verdad que Alan se negaba a aceptar.
—¿Te comió la lengua el ratón? —Inquirió el hombre que había amenazado a Alan con la pistola cuando entraron a la bodega, pero Alan no respondió, tenía ambas manos atadas detrás de su espalda y estaba sentado en una silla de metal que ya había dormido su glúteo izquierdo.
El sabor de la sangre de su rostro que se escurría hacia su boca y el dolor de sus heridas era lo único