Tenía muchos planes y sueños.
Sabía que también debía contemplar la posibilidad de que su salud no mejorara, y en ese caso, quería despedirse de ella de la mejor manera posible.
Los pasos de Dulcinea se escucharon desde la cocina. Ella se detuvo en el umbral y con voz suave le dijo:
—El arroz con leche está en la olla, el huevo cocido se debe comer mientras esté tibio. También freí dos huevos y preparé un tazón de fideos… Clara no está, así que asegúrate de encontrar a alguien que pueda ayudarte pronto.
Luis se volvió hacia ella y la miró directamente a los ojos.
—Voy a pedirle a Catalina que encuentre a alguien. Vamos, desayuna conmigo antes de irte.
Dulcinea negó con la cabeza, respondiendo suavemente.
—Leonardo está en casa y no me siento tranquila dejándolo solo.
Miró hacia la habitación donde dormía Alegría, su mirada reflejaba la mezcla de amor y preocupación que sentía. Finalmente, se puso el abrigo y se preparó para marcharse.
Luis la detuvo, tomando su mano con firmeza pero co