Capítulo 526
Mario le pellizcó la mejilla y la abrazó de nuevo.

La niña estaba regordeta.

Estaba agradecido con el destino por darle la oportunidad de redimirse, de tener de nuevo a Ana y a los niños.

Emma sintió la emoción de Mario y le acarició suavemente el cabello.

Mario la besó de nuevo.

Tenía dos hijos, pero en su corazón, Emma era especial. No solo era su primera hija, también era la que más lamentaba haber lastimado. Si no fuera por lo que hizo con Ana en aquel entonces, Emma no habría enfermado ni habría sufrido tanto.

Además del amor, también sentía culpa.

Ana observaba en silencio, con los ojos algo húmedos.

Mientras el paisaje pasaba velozmente por la ventana. En el trayecto de vuelta, varias veces sintió el impulso de preguntarle a Mario, pero las palabras nunca encontraban el camino de su boca. Cuando por fin recobró la conciencia, se percató de que él había estacionado el auto en el sótano de la casa.

Decidió no indagar más y, con voz suave, preguntó:

—¿No vas a la oficina?

Antes de
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