Capítulo 387
—¡No puedo!

—Emma es muy importante para mí, pero Ana también, y además le debo tanto…

Mario hizo una pausa.

Cerró la mano en un puño, su voz se suavizó:

—Sé que aún la amas, y que ella también tenía sentimientos por ti…

David lo interrumpió:

—¿Ahora te das el gran corazón?

Mario bajó la mirada y sonrió con amargura.

Tras un breve silencio, se volvió lentamente hacia David y murmuró:

—Antes, solo me importaba el poder; mi esposa y mis hijos eran meros accesorios. Nunca imaginé que llegaría el día en que estaría dispuesto a sacrificar mi vida por ellos… Perder a uno para salvar a otro, ¿no es eso?

—Pero Emma es la hija que Ana me dio.

—La quiero mucho.

Mario dejó sin aclarar si se refería a Ana o a Emma.

David ya no preguntó más.

Tampoco objetó de nuevo; vio la firmeza en Mario, su coraje solitario… Al final, cuando realmente amas a alguien, estás dispuesto a darlo todo, incluso la vida. Mario también sentía esa pasión.

El sol se colaba por la ventana.

David susurró:

—Yo me encargaré de
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