Leah intentó soltarse del agarre del alfa.
—¡Estoy bien! —le dijo en un tono bastante directo, uno que jamás se usaría para dirigirse a un alfa.
Noah abrió su puño. La vidente cayó al suelo.
—Pareces más muerta que viva —y no bromeaba ni exageraba.
Leah permaneció con las rodillas en el suelo. Las voces se alejaban cada vez más. Un escalofrío recorrió su espalda y el piso se llenó de sangre.
Por instinto, Leah tocó su rostro. Esa sangre era suya.
—¿Acaso se golpeó al caer desmayada? —murmuró Arnold.
—La vidente no tiene habilidades ni experiencia en campos de batalla. Estos días cobran factura. Está incluso más débil que cuando llegó —Cassian les dijo a todos su conclusión.
Noah cerró los ojos. Unos segundos después, la loba vidente quedó inconsciente.
—Que se vaya a su habitación y avisen a las lobas encargadas de atender enfermos y heridos que la revisen.
...
Horas más tarde, las lobas entregaron su diagnóstico:
La joven presentaba desnutrición severa. Sus pies ten