Quince años después, en el aeropuerto de Estelaria.Iker andaba entre la multitud. Con sus manitas regordetas, sostenía un pan y lo mordía con mucha emoción.La forma en que comía era realmente única: primero lo lamía un poquito, entrecerraba cuidadoso los ojos como si estuviera disfrutando de cada bocado, y luego, se lo metía a la boca de un solo trago.Iker tenía tan solo cuatro años. Era hijo de Marina, quien a sus 40 años lo tuvo después de una inolvidable noche de celebración por su aniversario de bodas. Después de haberse tomado un par de copas demás, terminó seduciendo a Diego, y esa noche nació una nueva vida.Diego miraba a su hijo extasiado mientras masticaba su pan y no pudo evitar sentir una leve incomodidad. ¿Cómo podía haber tenido un hijo tan tragón?Iker, era muy observador, levantó la cabecita y vio la mirada crítica de su papá. Sonrió mostrando sus pequeños y hermosos dientes, con migas de pan colgando de la boca.Miró a su papá, tan alto, pero aún con la capacidad su
Yulia escuchaba con una sonrisa feliz las discusiones entre su papá y su hermoso hermanito.Diego extendió caroñoso las manos para cargar a Iker, que ya estaba bastante pesado. No quería que su hija se cansara.—Papá, yo lo cargo no te preocupes—dijo Yulia con voz suave.Iker, con su aire tan presumido, miró de reojo a Diego como diciendo: ¡que sea mi hermana la que me cargue!—Hermana, puedo caminar solo —dijo Iker, preocupado porque Yulia estuviera cansada.—Yulia, mejor déjalo caminar, el niño necesita hacer ejercicio —respondió Diego.Yulia sabía muy bien que su papá la consentía muchísimo, así que, obediente, dejó que Iker caminara. Tomó su mano con una y con la otra rodeó el brazo de Diego.Juntos salieron del aeropuerto....Al otro lado del aeropuerto, en la zona de llegadas, un grito estruendoso resonó por toda la terminal. Desde la multitud, alguien gritó entusiasta:—¡Lidia, te amo!Lidia, una mujer alta con curvas perfectas, escuchó los fervorosos gritos de sus fans. Se qui
En la mesa, los cuatro estaban comiendo juntos.Diego y Marina ya se habían acostumbrado a comer solo comida vegetariana, así que seguían esa estricta dieta. Sin embargo, no obligaban a sus hijos a hacer lo mismo. Hoy, Marina había preparado algo especial para su amada hija.Yulia miró la mesa llena de platillos deliciosos y, muy emocionada, dijo:—¡Mamá, gracias! Qué trabajadora eres.—Cariño, cocinar para ti no es ningún esfuerzo, Yulia. Mira, te preparé el pescado que tanto te gusta —respondió Marina, sirviendo con agrado una pieza de pescado en el plato de Yulia.Yulia sonrió agradecida al ver todo el cariño reflejado en su plato y, feliz, aceptó la comida.—Mamá, come tú también, no tienes que estar siempre atendiéndome —le dijo, sirviéndole un poco de comida a su madre.Marina sonrió con dulzura.—Está bien.Por su parte, Diego comía tranquilo, sin prisa alguna.Mientras tanto, Iker miraba una y otra vez su plato con cara de tristeza, porque nadie le había puesto nada.Con la cuc
Diego, un poco triste, le dijo a Iker:—Iker, ¿sabías que tu mamá y yo solo comemos verduras en el almuerzo y la cena todos los días?Iker, ladeando un poco la cabeza, contestó:—Sí, pero en realidad las verduras no están tan buenas.¡No le gustaban para nada las verduras!Diego sonrió y le respondió:—No tenemos suficiente dinero para comprar carne, por eso solo comemos siempre verduras en todas las comidas.De repente, Iker lo entendió y su carita se entristeció un poco. ¡Ah, no tienen dinero!¿Verdad?—Papá, ¡yo voy a trabajar muy duro y ganar mucho dinero! —dijo Iker, decidido.—Buen niño —respondió Diego con una sonrisa satisfecho.Marina se quedó en completo silencio.Yulia, mirando al techo, pensó en lo costoso que debía ser el cristal de la lámpara.El tema se había desviado un poco.Yulia aclaró en ese momento su garganta y volvió al tema inicial de sus planes de trabajo:—Mamá, he decidido trabajar como asistente de Fernando, quiero aprender más sobre la empresa.—Está bien co
Por la noche, la casa estaba muy tranquila. Marina estaba acurrucada cariñosa en el regazo de Diego.—Yulia realmente ha crecido, ya tiene sus propias ideas y metas —dijo Marina suavemente, con una mezcla de orgullo y un cierto toque de preocupación en sus ojos.Diego acariciaba su cabello con ternura, su rostro reflejaba una total calma y comprensión.—¿Te preocupa que nuestra hija pase por problemas en el amor? —preguntó Diego, buscando por un momento calmarla.Marina se quedó pensativa y suspiró.—Decir que no me preocupa eso sería mentira. Y ese Baltasar... Necesitamos conocerlo bien antes de sacar nuestras propias conclusiones.Diego, entendiendo la preocupación de Marina, le respondió suavemente.—Yo también me preocupo demasiado, pero tenemos que confiar en ella. Ella es inteligente y fuerte, no dejaría que la lastimen.Marina recordó cuando, para sorprender a Yulia, se fue a la universidad en secreto. Fue entonces cuando escuchó a algunos compañeros de su hija burlándose de ell
Yulia le pidió en ese instante a su escolta que fuera a la casa del Barrio San Martín a recoger la comida que Baltasar había pedido para ella.Marina, al escuchar eso, no pudo evitar sonreír. Pensó: Baltasar, qué hombre tan detallista, hasta le manda comida a domicilio a Yulia.Pero Diego, por dentro, solo soltó un suspiro de total desaprobación.Cuando Yulia dio la orden de que le trajeran la comida, abrió de inmediato su laptop y giró la pantalla un poco hacia Marina.—Mamá, este es el itinerario que preparé para el viaje. ¿Qué te parece?Antes de empezar a trabajar en la oficina, Yulia quería asegurarse de pasar tiempo con sus padres. Marina observó el itinerario con mucha atención. Cuando vio que había incluido las idas a los hospitales, se sintió profundamente conmovida. Estaba preocupada por Diego, no quería que él se desmayara otra vez.Marina sonrió con agrado y lo aprobó.—Está perfecto, sigamos este plan. Incluso podríamos alquilar una autocaravana.Mientras pelaba manzanas p
En ese momento, en la oficina del presidente del Grupo Herrera, Daniela miró de reojo el mensaje que Lidia le había enviado y luego marcó el celular interno.—Baltasar, baja a recibir a la señorita Lidia, por favor.Baltasar obedeció y colgó la llamada. Tomó apresurado el ascensor directo hacia abajo.Al salir del edificio, lo primero que vio fue a su amada Yulia. Parecía que su novia estaba discutiendo en ese momento con alguien. Y esa persona no era otra que Lidia.Baltasar aceleró el paso, se acercó a ellas y primero miró de manera significativa a Yulia, asegurándose de que estuviera bien. Luego, dirigió la mirada a Lidia y sonrió amablemente.—Señorita Lidia, ¿qué pasó? La presidenta me envió para acompañarla al piso de arriba.Lidia, al escuchar eso, relajó un poco la expresión, pero con algo de impaciencia le respondió:—Esta mujer hizo caer las cajas y ahora los vestidos y zapatos que traía para Daniela están todos tirados en el suelo. Justo a tiempo, ven a hacer algo para que m
Daniela miró de reojo la hora y decidió cambiar de tema con Lidia.—Mejor empecemos con el maquillaje. ¿No te parece?—Está bien —aceptó Lidia, mirando a Baltasar—. ¿Y él quién es?Daniela sonrió con suavidad y le explicó.—Es mi nuevo asistente personal, se llama Baltasar.Como ya no tenía nada que hacer allí, Baltasar decidió salir de la oficina. Regresó a su escritorio y se puso a trabajar en lo quedó pendiente.Cuando llegó la hora de salir, ya había terminado todo, así que decidió llamarla. Daniela estaba en pleno proceso de maquillaje y no podía interrumpirla, así que optó mejor por llamarla por el celular.Cuando contestó, su voz sonó fuerte al otro lado.—Baltasar, ¿qué pasa?Baltasar, con tono muy respetuoso, respondió.—Presidenta, si no hay nada más que hacer, me retiro.Daniela, con dulzura, dijo:—Baltasar, esta noche acompáñame a la fiesta de la familia Cabello, ¿te parece?No era una pregunta, sino era una afirmación. Acababa de recibir un mensaje de su esposo, Augusto,