Mientras caminaba rápido directo hacia la puerta, sacó unos billetes de cien de su billetera.
Salió de la tienda y empezó a seguir al hombre y a la niña.
—¡Señor, espere un momento! —gritó.
El hombre se dio la vuelta, con una expresión de una ligera molestia en el rostro.
—¿Qué sucede?
—Se le cayó dinero —dijo Camilo, levantando los billetes con una sonrisa muy amable.
El hombre tranquilizó un poco su expresión, parecía estar menos alerta.
—Ah, gracias, pero no es mío.
Luego abrazó a Yulia y siguió su camino.
Yulia lo miraba fijamente, con sus ojos grandes y brillantes.
—¿Camilo? ¿Qué estás haciendo? —preguntó Julia, que acababa de bajarse del auto y vio a Camilo parado justo en la acera del frente.
Camilo guardó el dinero en su billetera y miró a Julia mientras se acercaba.
—Encontré unos billetes, nadie los reclamó.
Miró al hombre que ya estaba subiendo a Yulia a una furgoneta y luego apartó la vista de inmediato.
Julia llegó hasta él, claramente molesta.
—¿Sabes lo humillante que fu