Mafalda apenas había subido al auto cuando recibió un mensaje de otro desconocido, distinto al que le había comprado las fotos.
Desconocido: [Señora Mafalda, ofrezco diez millones de dólares por información sobre Marina en el orfanato.]
Al leer esa cifra, una mezcla de sorpresa y satisfacción la invadió.
Pensó: ¿Cuántos enemigos habrá hecho mi hija mayor? ¡Qué mala suerte!
Mafalda: [Por veinte millones te vendo una foto.]
Desconocido: [Una foto no vale tanto. ¿Tienes los negativos?]
Mafalda dudó un instante y respondió: [Por treinta millones te los doy.]
Desconocido: [Hecho.]
Alberto, el guardaespaldas asignado a Marina tras el accidente, le mostró el celular. Marina revisó el mensaje y se lo devolvió.
—Gracias. Transfiérele los treinta millones y ve a recoger los negativos.
Sabía que había dado muchas vueltas solo para asegurarse de recuperar los negativos. Si desde el principio hubiera accedido a pagar los setecientos millones por las fotos, Mafalda jamás los habría entregado.
Ahor