Aquella mañana, Emily Gibson había salido temprano para recorrer las tiendas, y admirar los hermosos vestidos de novia de los escaparates de las tiendas más exclusivas. Pronto, sería la nueva esposa del magnate multimillonario Henry Bennett, y nada ni nadie iba a impedírselo.—Bienvenida señorita Gibson, ¿Gusta que le mostremos los mejores vestidos? — ofrecía una dependienta amablemente.Emily sonrío, y mirando atentamente los vestidos de mayor precio, señaló el que le pareció más hermoso.—Si, quiero empezar con ese, me casaré muy pronto y quiero que mi vestido sea el mejor, uno del que hablen lo que resta del año y todo el siguiente, nadie debe de opacarme ese día, ¿Entiendes? — exigió Emily con autoridad.La dependienta asintió.—Como desee señorita, venga conmigo, la llevaré a la sección más exclusiva de la tienda, le aseguro que allí encontrara el vestido soñado. — respondió la dependienta.En el hospital de la Luz, María despertaba de su estado de inconciencia, y aun sentía su p
En la mansión Gibson, Emily se encerraba en su habitación, mientras se mordía las uñas ansiosamente. Aquella visión de Henry junto a aquel par de niños tan parecidos a él, la había perturbado; ¿Quiénes eran?, ¿Qué relación tenía su prometido con ellos?, y, ¿Acaso esos niños eran los mencionados hijos de Katherine Holmes?Aquella última pregunta que Emily se había hecho a sí misma, la perturbó aún más…si esos niños resultaban ser los hijos de esa mujer, entonces, Henry ya sabía de su existencia, y eran sus hijos…y aquello, la hizo temblar.—¿Por qué?, ¿Por qué Henry estaba con ese par de niños?, ¿Quién demonios son esos mocosos? — se cuestionó a sí misma.Dejándose caer sobre su cama, Emily Gibson sollozó, al tiempo en que golpeaba los almohadones con sus puños. Se sentía incontrolable, con deseos de destruirlo todo a su paso; ella debía de ser la única mujer que le diera hijos al hombre al que amaba, ¿Incluso aquello le tenía que ser arrebatado por Katherine Holmes? Se cuestionó con a
En el corazón de New York, Arthur Gibson cenaba en un lujoso restaurant. Varias mujeres hermosas y jóvenes le lanzaban miradas sugerentes, dejándole ver las seductoras intenciones que tenían consigo. Las mujeres, concluía una vez más para sí mismo, no eran más que un juego divertido de una sola noche; un artículo de úsese y tírese que podía ser o no ser de lujo.Realmente, Arthur nunca había querido comprometerse; la idea de casarse, tener hijos, y pasar el resto de su vida junto a una sola mujer, le parecía demasiado ordinaria y aburrida, nada que realmente quisiera para el mismo que prefería la aventura y la cacería, así como los amores de una sola noche. Sin embargo, su madre quería que conociera y enamorara a la tal Katherine Holmes, a la que solo había visto una vez y hacía ya un par de años en Milán, ni siquiera la había visto de cerca, y realmente no la conocía del todo, solo sabía que era la amada exesposa de Henry Bennett, y tan solo por esa razón es que había aceptado el ret
—Él ya lo sabe todo. —Katherine le había dicho a John aquella frase, y el joven y apuesto hombre se había quedado congelado en su sitio.—¿Él sabe sobre los niños? — cuestionó John sintiéndose más allá de la sorpresa.Katherine Holmes asintió. El murmullo de las personas en aquel restaurant rompía el silencio que se había formado entre ambos. Aquello, no era simplemente posible, ¿Cómo era que su hermano mayor se había logrado comprobar el ADN de los hijos de Katherine?, ¿Cómo se había atrevido?, se cuestionaba John que se hallaba completamente furioso por el atrevimiento de su hermano; Henry había sobrepasado la línea, concluyó.—No se aun como es que logró hacer la prueba genética…pero es inevitable, él lo sabe todo, y los niños también ya lo saben…incluso desde antes de que el propio Henry lo supiera, Gabriel y Emma lo supieron por una vieja fotografía, y lo buscaron…ahora comprendo que el incidente con mi departamento, no fue un accidente; ellos hicieron todo lo posible por arrast
“Nosotros siempre vamos a ser amigos, somos hermanos, pero también eres mi mejor amigo”Aquellas palabras que alguna vez en su tierna infancia John le había dicho a su hermano mayor, parecían tan lejanas en ese momento que resultaba, quizás, demasiado doloroso recordarlas. Alguna vez, John había sentido un gran y profundo amor por su hermano mayor; su mejor amigo y compañero de juegos, pero se habían alejado tanto el uno del otro conforme ambos crecieron, que aquellas memorias parecían difuminarse en la nada.Henry miraba a su hermano menor sobre el suelo con el rostro enrojecido por el golpe que acababa de propinarle, y en aquel momento, como si durante un breve instante hubiese recuperado la lucidez, lo vio nuevamente como aquel niño pequeño y adorable que solía amar las mariposas y jugar a las carreras en los grandes jardines de la mansión Bennett…y se sintió tan miserable por lo que había hecho, que retrocedió dos pasos después de comprender lo que acababa de hacer.—Yo…lo siento,
—Me gustan mucho las hamburguesas que le gustan a papito. — decía Gabriel bastante animado.—¡A mí también me gustan! — gritó Emma entusiasmada.Katherine Holmes escuchaba a sus hijos hablando, detrás de la puerta cerrada de la habitación de los pequeños. Recién regresaba de su breve reunión con John Bennett en donde le informó todo, y suspirando tristemente se encaminó hacia su propia habitación.Había dado también una breve visita a María, y se sentía tranquila al saber que su pronóstico era favorable; el cansancio y estrés sumados a su edad, le habían pasado factura finalmente y ya no podría ser la niñera a tiempo completo de sus gemelos, por lo cual, tendría que buscar una nueva niñera a medio tiempo, para que María tuviese oportunidad de descansar. Por supuesto, no iba a despedir a la querida nana de sus pequeños, pues tanto ella como los niños la adoraban, y había ya cubierto toda la cuota médica prometiendo también cuidar de la anciana y seguir pagando por los tratamientos que
—Las ventas han subido un sesenta por ciento en comparación con el mes pasado, y la próxima inauguración de la nueva sucursal, está elevando aún más las expectativas de los clientes. Divane se está consolidando como una de las mejores tiendas de New York, y debemos esforzarnos por seguir siendo los favoritos de la gente…desde Londres llegará un hombre de mi entera confianza para convertirse en el gerente de la nueva sucursal, y confió que todos juntos podremos poner en la cima a Divane, incluso superando definitivamente a los Bennett. — decía Katherine con seriedad.Katherine hablaba en la sala de juntas de Divane siendo escuchada por personal, diseñadores e inversionistas atentamente. John Bennett no podía apartar la mirada de aquella hermosa rubia que hablaba con tal diligencia y sencilles, que era fácil comprender todo lo que estaba diciendo. Katherine, deducía John una vez más, era una mujer de gran inteligencia, pues prácticamente ella sola había logrado sacar adelante su proyect
Aquella tarde, Katherine Holmes se frotaba las manos con ansiedad. Mirando constantemente al reloj, la hermosa rubia sentía que el segundero avanzaba más lento de lo normal. En el suelo y junto a la puerta de entrada de su lujoso departamento, se hallaban un par de mochilas infantiles en las que ya había guardado dos cambios de ropa y un par de pijamas para cada uno de sus amados hijos.Sería la primera noche que Gabriel y Emma dormirían lejos de ella, y aquella tarde sus hijos y ella estaban verdaderamente ansiosos esperando la llegada de Henry Bennett. Los pequeños, por una emoción cálida y sin igual, Katherine, por el miedo y el sentimiento de culpa que estaba experimentando.—Papito dijo que veríamos una película que era su favorita cuando era chiquito, dice que se trata de un vagabundo que se enamora de una princesa, y vamos a comer pizza, ¡Sera muy genial! — decía Gabriel a su madre, quien tan solo le sonreía a cambio.Emma daba pequeños brinquitos llenos de emoción, mientras qu