Aquella noche, una nueva tormenta se había desatado sobre aquellos territorios en el castillo, y Jackson se hallaba sentado en medio de la penumbra en su habitación. Sus hombres; todos y cada uno de ellos, habían salido para buscar en todos lados, en cada rincón por los poblados cercanos y en cada puerto cercano, sin embargo, no había rastro alguno de ella. Arrojando aquella botella de licor al fuego, Jackson pudo ver como esta estallaba y las llamas rápidamente la consumían. Si Katherine no quería estar a su lado, ella sufriría el mismo destino que esa botella.

La recuperaría viva o muerta, a como diera lugar, lo había decidido.

Henry había tomado un vuelo hacia donde Katherine se encontraba, y su ansiedad crecía y crecía mientras las horas seguían transcurriendo una tras otra sin detenerse. Las nubes que alcanzaba a mirar desde el avión eran grises, presagio de una tormenta. Esperaba que Jackson de Sussex aun no tuviera indicio alguno que le dijera el lugar en donde su exesposa se e