El ambiente se volvió incómodo.
Yolanda, aún confundida, dijo: —¿Cuándo fue eso? ¡No lo recuerdo!
Le respondí: —¿No te acuerdas?
—Yo…
Yolanda tosió ligeramente, miró a Mateo y dijo con incomodidad: —¿Acaso te agregué como amigo?
Mateo asintió con firmeza: —Sí, lo hiciste.
Yolanda, sorprendida: —¿De verdad?
—Sí.
—Ah, ya recuerdo.
Yolanda, al darse cuenta, sonrió y me dijo: —Lo siento, mi memoria es un desastre. Sí, efectivamente te agregué...
Luego, mirando a Mateo, preguntó: —¿Cuándo lo hice?
Mateo alzó las cejas: —Durante la cena. ¿Lo olvidaste?
—Oh, sí.
Yolanda se dio una palmada en la frente: —Sí, lo recuerdo. En ese momento pedí a Mateo tu número para hablar contigo sobre su dolor en la pierna.
Después, dudosa, le preguntó a Mateo: —¿Es así?
…
Mateo la miró con desdén.
Yolanda, con una sonrisa significativa, me dijo: —Ese número es mi cuenta secundaria, la uso poco. ¿Podemos agregarlo de nuevo?
—Claro.
Nos sonreímos mutuamente.
Tras agregar el número en WhatsApp, me despedí de Mate