C92: Puedo ser una buena compañera para ti.
En la mañana en que debía llevarse a cabo la audiencia preliminar, Vidal despertó y extendió una mano por inercia hacia el otro lado de la cama, pero solo encontró el espacio vacío y las sábanas frías.
Frunció el ceño, confundido. Aquello no era habitual. Desde que Alaska había quedado embarazada, ambos habían acordado dormir juntos durante todo el embarazo. Era una rutina, una especie de promesa tácita que se cumplía noche tras noche sin excepciones. Sin embargo, esa mañana algo había quebrado la costumbre.
Aun así, Vidal no le dio demasiada importancia. Se sentó en el borde de la cama, se llevó una mano al rostro y permaneció allí unos segundos, dejando que el cansancio se disipara lentamente. Luego se levantó y caminó hacia el baño.
La rutina siguió su curso: una ducha rápida, el vapor empañando el espejo, el sonido del agua cayendo y el aroma del jabón llenando el lugar. Después se vistió con su traje oscuro, el que siempre usaba para los días importantes, ajustó los gemelos de la