Patético.
Sabía que nada de lo que dijera iba a remediar todo el dolor y sufrimiento que causó, pero la verdad fue dicha y el peso que por mucho tiempo había cargado, por fin estaba desapareciendo. Haber aceptado que cometió errores fue el primer paso, haber pedido perdón por primera vez en su vida fue el segundo y el más importante. Que un hombre como él estuviera llorando como si fuera un crío a quien le quitaron su dulce, debía ser patético, pero no le importaba. Estaba tan cansado de aparentar ser alguien que no era, estaba harto de mantener una imagen imponente ante los demás para que nadie se aprovechara de él… Estaba tan agotado de todo que nada le importó y solo lloró, cubriéndose el rostro con ambas manos mientras sentía punzadas en su pecho.
—Hey, hey… —Ahogó un sollozo, sintiendo una mano palpar su espalda—. Vamos, tenemos que irnos. Ven, te ayudaré.
Dejó su rostro al descubierto, pasándose las manos por sus mejillas empapadas por las lágrimas, en un intento de secarlas. Era vagament