Su corazón latía con brío dentro de su pecho mientras contemplaba cada detalle del rostro rojizo de Lucía. Había algo cálido escondido detrás de esa mirada, algo luchando por emerger y Logan sintió una punzada desconocida atravesarle el corazón.

Tórrido aliento chocó con el suyo y tímidos labios comenzaron a besarlo, haciéndolo estremecer como nunca nadie lo hizo, como ninguna otra mujer lo había hecho. Pero Logan hizo caso omiso a la sensación que brotó dentro de sí, optando por corresponder al beso con hambre y lujuria, acallando lo que fuera que estaba sintiendo. «Es solo sexo», se recordó.

Podía ver la humedad oscureciendo la zona de la entrepierna cuando dejó de besarle el vientre y puso la palma de su mano en aquel punto, moviéndola hasta que sintió como la humedad se extendía por su mano.

—Dios… Estás tan mojada —gruñó, bajando la cabeza hasta que su boca quedó suspendida a pocos centímetros de su mano.

Volvió a mover su mano antes de retirarla y lamió la zona por encima de la