CAPÍTULO 47. Una revelación dolorosa
Gianni miró a su padre con una mezcla de incomodidad y sorpresa. ¿Pedirle dinero a su abuelo? ¿Pedirle que le diera ese fideicomiso?
—¿Y por qué debería pedírselo? —insistió con terquedad—. Digo… ¿no se supone que eso me lo den cuando se cumpla el tiempo o algo así?
—¡Pues sí, pero para ese momento ya tendrás dieciocho años y…! —Alessio parecía exasperado por tener que estar dándole explicaciones a su hijo.
—¿Y eso qué tiene de malo? Estoy por cumplirlos…
—¡Pues sí, pero… pero eso no importa, porque no te puedes esperar a los dieciocho años para pagar la escuela! ¡Tienes que ir ya, ¿no es así?!
La puerta del despacho estaba abierta y Gianni no vio cómo su madrastra Dalila se asomaba en cuanto la discusión comenzó a acalorarse.
—¡Pues sí, tengo que ir, pero no quiero estar pidiéndole dinero al abuelo, va a pensar que soy un interesado! —replicó Gianni—. ¿No puedes cubrirlo tú hasta que ese fideicomiso llegue?
—¿¡Estás loco!? ¿Tienes idea de cuánto cuesta esa escuela? ¡Es una fortuna! —