Los hombres de Leila arrastran a Trent fuera de la casa, dos de ellos lo sujetan con fuerza. Otro le clava inmediatamente dos jeringuillas llenas de acónito en el cuello, tanto para debilitarlo como para impedir que vincule mentalmente a nadie.
El cuarto abre la puerta del coche, pero uno de los que sujetan a Trent frunce el ceño, "Deberíamos hacerlo desfilar por la manada antes de meterlo en la cárcel".
"A mí me parece una buena idea", responde el otro, esposando a Trent por la espalda antes de tirarlo al suelo de una patada.
"Imbéciles, pagarán por esto", dice Trent, gimiendo de dolor, el acónito haciendo efecto inmediato en él.
"Cállate", uno de los hombres lanza un fuerte puñetazo a la cara de Trent y le parte el labio, del que brota sangre. Otro levanta a Trent por el cuello de la camisa y lo mira con frialdad, "Si alguien va a pagar por algo, serás tú quien pague por tus crímenes", le clava el puño en el torso haciendo que Trent se retuerza de dolor antes de empujarlo hacia d