Tatum sonrió al ver a la figura dormida de su único y verdadero deseo en sus brazos, hermosa como el sol, tranquila como una paloma.
Se preguntaba cómo reaccionaría ella cuando se despertara y se diera cuenta de lo que pasó ayer. No debería haberlo hecho, pero le costó mucho contenerse.
Lo máximo que pudo controlarse fue no acostarse con ella. Quería ganárselo, quería que ella lo deseara cuando estaba completamente sobria, quería que el deseo proveniera de su corazón y no solo de su cuerpo.
Soltó un suspiro, sintiendo una vez más la culpa punzándole el corazón. Esta culpa lo acompañaría para siempre, incluso después de ganarse su perdón completo.
Tenía mucho que compensar, mucho más de lo que pensaba.
Leila gimió suavemente, abrió los ojos y Tatum cerró los suyos, esperando a ver cuál sería su reacción.
Sintió cómo ella se separaba suavemente de sus brazos con todo el cuidado posible, para no despertarlo, y luego sintió su mano pasando por su cara para comprobar si estaba despier