Antonio gimió en sueños. Con los ojos cerrados, buscó a Leila en la cama y tiró de ella hacia él, abrazándola con fuerza, pero de repente abrió los ojos, sorprendido por el olor de la mujer que tenía a su lado y vio que era Carmela.
“¿Qué carajos?”, dijo él con sorpresa, empujando a Carmela lejos de él.
“Cariño, ¿qué pasa?”, preguntó Carmela mientras bostezaba, estirando sus extremidades y mirando alrededor de la habitación. “¿Cuándo llegamos aquí anoche?”.
Antonio la miró con desdén, sintiendo cómo la ira le hervía en el pecho.
¿Tatiana le había engañado? Ella no se atrevería, no con la vida de su amado en sus brazos. Conocía demasiado bien a su hermana. Cuando estaba enamorada, haría cualquier cosa por la otra persona. No se atrevería a poner en peligro la vida de Kelvin.
Eso solo dejaba una explicación. Carmela debió de descubrir su plan de alguna manera y lo saboteó.
Él sabía que ella tenía una bruja trabajando para ella, pero nunca había sido un problema para él porque no h