“Llámame cuando llegues a casa y cuídate”, le dijo Leila a Amanda, dándole un fuerte abrazo.
A pesar de todo lo que estaba pasando, estaba agradecida de seguir teniendo a Amanda a su lado, pero Amanda tenía que volver al trabajo y, como Liana estaba libre, se encargaba de cuidar a Amara cada vez que ella tenía que salir.
“No me extrañes mucho”, respondió Amanda con una ligera risita antes de separarse de Leila y cargar a Amara en brazos.
“Mi dulce niña, pórtate bien, ¿de acuerdo?”.
“Siempre me porto bien”, respondió Amara con brusquedad mientras hacía un puchero.
“Esa es mi niña”, dijo Amanda mientras la abrazaba a ella y luego a Liana antes de subirse al coche y marcharse.
Leila miró fijamente el coche en el que estaba Amanda mientras se alejaba, rezando en silencio para que Amanda estuviera a salvo.
Ya había perdido a Kelvin y las circunstancias de su ausencia la asustaban.
No era extraño que él desapareciera de la vida de todos y lidiara con sus sentimientos por su cuenta,