"Señorita Leila, de verdad que no podemos seguir tolerando esto, si vuelve a ocurrir, tendremos que suspender o, peor aún, expulsar a su hija del colegio. Tenemos una política de cero tolerancia ante la violencia entre estudiantes", la directora de la escuela preparatoria de la manada Bayview le dice a Leila en su despacho.
Leila frunce el ceño y mira a la niña de aspecto inocente que mastica distraídamente su caramelo de piña, balanceando los pies desde la silla y tarareando una canción para sí misma.
"Haremos todo lo posible para que lo entienda", le dice a la directora antes de volverse hacia su hija, Amara. "Discúlpate con la señora Keaton, querida".
"Lo siento, señora Keaton, por pegar a mis compañeros que intentaron intimidarme".
"Buena chica", responde cortante Leila, "¿Y qué hacemos la próxima vez que ocurra?".
"Informar a las autoridades correspondientes", Amara arrastra las palabras con indiferencia y Leila suelta una risita suave, se disculpa con la directora y la saca