Leila regresó a casa sin Tatum. Clayton se ofreció a acompañarla, pero ella lo rechazó, diciendo que necesitaba estar sola.
Clayton, por otro lado, no podía quitarse de encima esa sensación; algo en el ritual era incómodo, todo le parecía sospechoso.
Esperó junto a la puerta mientras los ancianos felicitaban a Carmela y Tatum y se fueron uno tras otro.
Clayton era el último en irse y, mientras Tatum y Carmela se acercaban a él sosteniéndose de la mano, él caminó hacia ellos.
“Con tu permiso, Alfa, necesito hablar con Carmela. Es sobre el intento de asesinato”, dijo él mientras le hacía una ligera reverencia a Tatum.
Tatum frunció el ceño y entrecerró sus ojos hacia Clayton.
“De verdad que necesitas aprender a leer la habitación”, respondió Tatum con un tono de irritación evidente, y separó a Carmela de Clayton.
“Alfa, la vida y el honor de la Luna están en juego y juré protegerla. Es una emergencia y solo tardaré un rato”, respondió Clayton con firmeza.
Un gruñido profundo y re