Historia de Redención de Papá.
SEBASTIAN
Habían pasado diez días desde que el viejo estiró la pata, cinco desde que lo metieron bajo tierra. ¿Y qué tenía yo para mostrar? Absolutamente nada. Ni una maldita cosa; sin cierre, ni respuestas, ni la parte de la vida que me correspondía. Estaba sentado frente a mi amigo Jake en un bar que apestaba a cerveza rancia y arrepentimiento. La iluminación era tan tenue que ni siquiera verías tu propia mano si la estirabas.
Era el lugar perfecto para que un hombre derrotado y frustrado se lamentara sin ser notado. Bebía lentamente, algo dentro de mí ardía igual que había estado ardiendo desde el funeral, quizás diez veces más intenso.
No podía olvidar que me quedé parado en ese funeral como un maniquí con traje alquilado y la mandíbula tensa, mientras todos lloraban o susurraban que se veía en paz. Quería escupirles. ¿En paz? Una mierda.
El viejo desalmado había dejado este mundo sin darme lo que merecía, me había dado esperanza toda mi vida solo pa