Mi viejo.

SEBASTIAN

Me quedé mirándola, preguntándome qué tenía de nuevo que mi padre estuviera en el hospital. Me tomó un segundo, pero las piezas finalmente encajaron y por primera vez desde que salí de esa maldita celda, sentí la emoción burbujeando bajo mi piel.

—¿Es hora? —pregunté, demasiado rápido. Luego, cuando la realización me golpeó por completo, una lenta sonrisa se dibujó en la comisura de mi boca—. El viejo finalmente ha decidido estirar la pata.

No pude evitar la risa desagradable que me recorrió.

Su mano se movió antes de que la viera venir y la bofetada resonó en la habitación como un disparo. Mi cabeza se sacudió hacia un lado, con las mejillas ardiendo por la fuerza de su palma.

—Idiota —siseó, su voz aún era inquietantemente tranquila—. Imprudente y arrogante idiota. Te lo advertí, ¿no? Te dije que esperaras, pero tenías que arruinarlo. Tenías que remover el avispero y hacer que tu padre confiara aún menos en ti.

Me sujeté la cara ardiendo, girando la cabeza para m