Clara
El aire estaba cargado de tensión cuando llegué al lugar acordado. Un viejo almacén abandonado en las afueras de la ciudad, rodeado de maleza seca y con las paredes desconchadas que parecían resistir al tiempo con esfuerzo. Era el tipo de sitio que nadie visitaría a menos que tuviera razones muy específicas —y peligrosas— para estar allí. Un lugar perfecto para secretos que debían permanecer ocultos.
Miré a mi alrededor con rapidez, agudizando mis sentidos. No había señales de vigilancia ni de que alguien nos siguiera. Aún así, sabía que no podía bajar la guardia ni un segundo. La amenaza era real, y mucho más cercana de lo que todos queríamos aceptar. Respiré hondo y avancé hacia el centro del lugar, donde León ya esperaba, encorvado, con los ojos hundidos en una mezcla de cansancio y preocupación.
Cuando me vio, soltó un suspiro profundo, como si el peso del mundo le aplastara los hombros. No era para menos. Lo que estaba a punto de contarle podía cambiarlo todo. No solo su v