Ecos en el cristal
El aire helado me golpeó el rostro apenas cruzamos el umbral de la vieja mansión Umbra, y un escalofrío recorrió mi columna, tan agudo que me hizo detenerme. El polvo flotaba en haces de luz sucia que atravesaban las rendijas de las tablas clavadas en las ventanas, y cada paso que daba hacía crujir la madera, como si la casa se quejara de nuestro atrevimiento.
Lucas iba delante, con su linterna temblorosa iluminando paredes descascaradas, dibujos antiguos que parecían mirarnos con sus ojos vacíos. Ethan caminaba a mi lado, demasiado cerca, pero necesitaba esa cercanía, porque aunque no lo decía en voz alta, sentía que algo en esta casa reconocía mi presencia.
Era como si cada rincón guardara un aliento, un murmullo, un fragmento de algo que se quedó a medio camino entre este mundo y otro.
Me detuve frente a un espejo roto en el pasillo, con el marco tallado en madera ennegrecida, cubierto de telarañas. Mi reflejo se multiplicaba en cada fragmento, distorsionado, par