51. Castigo
Florence
—Tu deberías estar muerta, se supone que no deberías estar aquí —Kamil, se toma del cabello y habla más para ella.
—¡Oh amor mío! la vida es una perra que nunca nos da lo que pedimos —me acerco a ella con la frente en alto.
—Tú —me señala con rencor —¿cómo te atreves a hablarme así? no eres nada, no vales nada ¿por qué no te mueres de una buena vez? —patalea.
—Ja, porque para empezar, tú y yo tenemos muchas cosas pendientes mi amor —aprieto los dientes en la última frase —¿no crees que me debes muchas explicaciones?
—Yo no le debo nada a una zorra barata como tú —en menos de un parpadeo la tomo por el cuello.
—Dices que no me debes, pero se te olvida quien fue la rata que me robo esto —me acerco a su oído y susurro.
El grito de la muerte no es un poder que reconozca a cualquiera, cuando no eres un portador natal, jamás lo puedes controlar, lo que hace que todos los cercanos lo escuchen y sufran con el.
sin embargo, para quienes fuimos elegidas de origen, tenemos la ventaja de