ANDROMACA
—Stavros Sarris—su antifaz es negro pero imposible ocultar la masculinidad de este hombre —pensé que no vendrías.
—No podía faltar después de tu invitación—no se está quien es, pero es una mujer esbelta, mucho más alta que yo, luce un vestido rojo que realza su mirada azul, cabello cobrizo largo hasta la cintura y unas tetas que ni te cuento —gracias de verdad Aghata.
Esto es como un balde de agua fría, me siento como intrusa, fuera de lugar, invasora.
—¿Y tú como has estado? —centra su mirada en mi —supe que te golpearon —medio sonríe la muy maldita.
—No te informaron mal, me golpearon, pero ahora recibo otro golpe pero es visual, —ataco—que colección tan pobre querida—miento, es impresionante—esa es toda tu imaginación.
—¿Que va a saber una cabaretera como tú de arte?
—Mucha —le digo —hago arte con Stavros en mi cama.
—Ya basta chicas—interviene Stavros—si esto va a resultar en problemas, me voy Aghata.
—No te preocupes –aún le duele, aun lo quiere, pero perderá dos veces