ANDROMACA
—Porque ha de cambiar—me acerco más el rodeándolo con mis manos la cintura—si casi me matan por culpa de mi hermana, recibo humillaciones por parte de su esposo—mi vientre se contrae con su cercanía, su perfume— tengo que soportar el odio de todo el mundo, y, aun así, no puedes ver la diferencia.
—¿Te haces la mártir?
—Soy una víctima.
Abro mi boca a la vez que llevo mis manos a su entrepierna, atrapando su dura erección que palpita, nuestros labios están muy cerca con el calor tomar mi cuerpo maltratado, pero desesperado por el contacto de este hombre que días atrás era un príncipe y ahora ha vuelto ser el dominio de siempre.
Las puertas se abren dejándome con las ganas, personas ingresan separándose rápido llevándonos a la parte trasera, debemos bajar al sótano donde nos espera la camioneta, muerdo mi labio para no gemir cuando una mano se desliza por mis nalgas y siendo que mis pezones se endurecen en tanto su dedo se interna por la abertura de mi trasero pasando por mi a