Al ver el desastre que tenía mi esposo en la cocina, me llené de rabia.
—¿Qué pasó?
—Nena, estaba preparando la fórmula y no sé qué pasó, eso estalló.
—Estalló porque no estabas pendiente —digo molesta, mientras tomo a Aurora en brazos, ya que hay que bañarla.
—Estaba pendiente de la pequeña.
—Pues, mi amor, te informo que ser padre implica estar pendiente de muchas cosas a la vez —subo a la habitación de Aurora y le quito la ropa, que está completamente sucia—. Mira nada más cómo te dejó tu padre luego de que yo te arreglé súper bonita —la meto en la bañera que preparé y le doy un baño con avena para que su piel se mantenga linda.
—Mi amor... —veo a Santiago entrar sigilosamente—, ¿sigues enojada?
—No, ya se me pasó, pero espero que no vuelva a suceder.
—De los errores se aprende, cariño —deja un beso en mis labios y me sonríe—. ¿Cómo te fue?
—Muy bien, el salón es maravilloso. Lo único que nos falta es probar la comida que vamos a ofrecer, que eso sí nos toca a los dos. Pronto nos vo