Despierto al sentir que todo me da vueltas. Cuando abro los ojos, veo que estoy en nuestra habitación, pero estoy sola. Logré recordar que fui a casa de los padres de Santiago por mi hija al recibir ese mensaje de Julián. Él está cerca y tengo miedo de que algo malo le pase a mi hija o a Santiago.
—Cariño, ¿despertaste? —Santiago se acerca con la pequeña y me la entrega—. ¿Cómo te sientes?
—¿Qué me pasó? —digo mientras arrullo a la bebé, que al parecer tiene sueño.
—Tuviste una baja de presión con todo lo que pasó.
—¿Qué vamos a hacer? Santiago, ya no somos solo nosotros dos, ahora está esta pequeña que necesita de nosotros.
—Lo sé, nena, pero te juro que yo las voy a proteger.
—Y no dudo de eso, mi amor, pero siento miedo de que tu hermano nos vuelva a hacer algo. Creo que lo mejor es que haga mi carrera por internet mientras todo esto pasa; no quiero dejar sola a Aurora.
—Amor, no tienes por qué hacerlo yo... —cuando él intenta decir algo más, yo lo interrumpo.
—Ya la decisión está t