Guardó el número de Valentina Suárez en su móvil bajo un nombre discreto.
—Veamos qué tan difícil será encontrarte ahora… —Susurró para sí misma con una sonrisa maliciosa.
Con pasos firmes, se dirigió al área de radiografías, donde sabía que Andrés y su hija estarían. Se apoyó contra la pared y cruzó los brazos, impaciente.
A los pocos minutos, la puerta de la sala se abrió y Andrés salió de la mano con la pequeña, quien tenía una sonrisa al ver a su madre esperándola.
—Mamá, me hicieron muchas fotos por dentro —dijo la niña con emoción.
Sandra sonrió dulcemente y se agachó para acariciar su cabello.
—Eso es genial, mi amor. Seguro todo saldrá bien.
—¿Cómo salió la radiografía?
Andrés la miró con cautela.
—Aún debemos esperar los resultados —dijo Andrés, tomándole la mano a su hija—. Vamos a la habitación.
Sandra asintió y caminó a su lado, pero su mente seguía maquinando.
Pronto, Alejandro sabría dónde estaba la mujer que tanto buscaba. Y cuando eso sucediera… Camila pagaría por habe