La sala de la mansión Ferrer estaba sumida en un silencio tenso. Andrés permanecía sentado junto a sus padres, Óscar y Emma, mientras Carlos se encontraba a su lado con el rostro serio. A poca distancia, Isabella paseaba de un lado a otro, claramente preocupada. Sabía que su hijo no era un hombre de palabras suaves ni de reacciones controladas. Alejandro siempre había sido impulsivo, un torbellino de emociones cuando se trataba de los que amaba. Y ahora, tras saber que Camila estaba viva, ella temía lo peor: que su corazón se quebrara aún más.
Sandra, sentada cerca de Andrés, intentaba mantener la calma. Tomó aire profundamente y rompió el silencio.
—Voy a llamar a Irma… tal vez ella sepa algo.
Andrés asintió sin decir nada. Sabía que Irma había estado muy cerca de Alejandro últimamente, incluso si eso significaba que ahora ella estaba en medio de un huracán emocional.
Sandra buscó el número de Irma en su celular y esperó mientras marcaba. Al otro lado, Irma estaba sentada junto a Ale